domingo, 7 de febrero de 2010

Gracias

Ponerse amarillo.
Como la hoja que flaquea
a los designios del otoño.
Esperar
a que una leve ráfaga de viento
nos derribe.

Pensar,
ya desde el otro lado del silencio
que somos algo,
aun después de la caída,
algo de alguien que nos recuerda
en la belleza inmarchitable de los bosques.
Agradecer que aquella lágrima tuya
no quisiera ser agua, sino tierra que mira
emocionada la corriente.

                           Javier Márquez

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