Mariposas.
Abrir un saco lleno de palabras, anécdotas, vivencias; ¡qué fácil sería si, como mariposas, volaran para posarse suavemente sobre el papel! Páginas y páginas llenas de breves momentos. Polvo de alas. La vida. La vid.
Pero, al abrir el saco esa vida me desborda. Me siento incapaz de mirar y cierro los ojos.
Del saco no salen mariposas. Es ansiedad; ansiedad que aspiro hasta llenar los pulmones lo suficiente como para oxigenar un cerebro perdido en una nebulosa. Trato de olvidar las mariposas. Sé que nunca conseguiré ordenar el polvo que se desprende de sus alas. Manchas amorfas. Palabras y frases inconexas cuyo significado solo yo seré capaz de comprender. Y yo ya lo sé. No puedo poner en orden mis ideas, tal vez porque mi vida haya sido un caos, o porque sin serlo en sí, cada momento se amontonan unos cadáveres sobre otros sin darme tiempo a enterrarlos dignamente. Un cementerio con una única fosa, una gran fosa común donde el tiempo reducirá todo, hueso a hueso, a polvo, mezclando caóticamente cada partícula en el silencio de la tumba.
Polvo de alas.
Polvo de huesos.
Polvo del camino.
Al final todo se reduce a polvo. ¿Quién es capaz de dar vida a una mariposa a partir del polvo de sus alas? ¿Y quién sabe leer la vida reducida en la fosa a polvo de huesos? ¿Quién, del polvo del camino, recogerá en un libro las palabras que escaparon inconexas?
Orugas. Huellas. Palabras... Polvo del mañana.
El viento sopla de Poniente, suave, cálido, empujando el polvo hacia el mar, donde se posa, marinero, hasta perderse en la profundidad.
Encarna Martínez
Encarna, hermoso. ¡Pero que triste!Te deseo todo lo mejor y espero poder estar a la altura de ustedes algún día para poder subir algo mío. Besitos Neli :D
ResponderEliminarVamos, Neli, no seas humilde. ¡A mí ya no puedes engañarme!
ResponderEliminarUn beso, amiga